En esta entrada pretendo reflexionar sobre el estado actual de la participación escolar.
Tal como hemos podido apreciar en el monográfico de Luis Gómez Llorente, con el desarrollo de la LODE de 1985 se pretendió impulsar la participación de toda la comunidad educativa a través de su participación en los órganos colegiados de gobierno de los centros, así como fomentando la creación de diferente tipo de asociaciones que encajaran en los intereses educativos de un centro (asociaciones de padres y de alumnos fundamentalmente. Está claro que este modelo participativo, horizontal, que fomenta el debate y el acuerdo entre iguales pretendía suplantar al modelo vertical, basado en las relaciones de superioridad/inferioridad. Con el paso del tiempo se ha podido apreciar que dichos propósitos han prosperado de manera parcial y no se ha logrado la implicación que se pretendía de toda la comunidad educativa.
Ahora mismo, con la actual ley vigente (LOMCE), podemos apreciar cómo en cierta forma se vuelve a una concepción más vertical de la organización y del gobierno de los centros, ya que, por ejemplo, se transfieren una serie de competencias que eran propias del Consejo Escolar de los centros a la figura del director.
También es cierto que durante la vigencia de la LODE y de las demás leyes que le sucedieron (LOGSE, LOCE, LOE), a tenor de lo expuesto por Luis Gómez Llorente, pareciera como que la posibilidad de participación efectiva por parte de toda la comunidad en el gobierno de los centros, no terminó de cuajar, en el sentido de que no siempre fue aprovechada con el entusiasmo esperado.
Desde la experiencia personal, como padre de un alumno de 4º de la ESO, puedo confirmar que la participación del alumnado en dichos temas, no parece despertarles mucho interés. Pienso que uno de los motivos puede tener que ver con lo que comenta Luis Gómez Llorente en el sentido de que si el propio profesorado no ha recibido la formación suficiente o adecuada para promover una actitud más participativa de su alumnado, es probable que se esté repitiendo el modelo en el fue educado dicho profesorado (modelo vertical).
En mi opinión, creo que si desde el profesorado, fundamentalmente a través de los tutores en las horas dedicadas a la tutoría, se educara al alumnado en una serie de actitudes participativas, críticas y creativas, podría ser que con el tiempo naciera del propio alumnado la necesidad y la voluntad de querer tener un papel más activo en la participación de actividades así como en el gobierno de los centros. También creo que, si los alumnos perciben que su participación no va a redundar finalmente en las decisiones que se tomen en el centro, es probable que esta circunstancia les lleve al desaliento; por el contrario, muy probablemente, si ellos saben que sus opiniones serán tenidas seriamente en cuenta en relación a aspectos relevantes relacionados al funcionamiento del centro, posiblemente adoptarían una actitud más comprometida, participativa y activa en relación a estos temas.